sábado, 31 de diciembre de 2011

Es momento

31 de diciembre de 2011


Tonight's the night the world begins again


Just a chance that maybe we'll find...better days






No llovía y el cielo helado no podía mostrarse de un modo más intenso...muy a su pesar. Creía que su estado de ánimo debía contagiarse a la atmósfera, y no al contrario. Desoídas sus convicciones una vez más, se apartó del alféizar. Hasta ese cielo la defraudaba.


Le resultaba entrañable la fragilidad de la que aparentaba ser dueña al recostarse contra el cristal, memorizando los movimientos de cuantos pasaban por allí para luego perderse en el tráfico, mientras la luz bañaba su rostro y la empalidecía. Sí, le gustaba que la vieran como un alma en pena con el corazón hecho añicos. Sin embargo, su realidad era otra. Sus manos habían palpado el terciopelo de la felicidad y, desbordadas de voluntad, lo habían rasgado sin más dilación. “Ese vestido no me favorecería tanto”, se recordaba.


Era 31 de diciembre, ocasión que requería un laborioso trabajo de memoria para redactar la típica lista de pros y contras de todo lo sucedido los 364 días anteriores e incluso el presente, por qué no. La tinta recuperaba su función de apuntadora. Ella daría fe de los hechos con crítica y añoranza a partes iguales, puede que con un leve riesgo de parcialidad por la dicha o la tristeza sentidas en el instante. Aun así, no importaba. Sus ojos eran los únicos testigos presentes, y el juicio propio nunca supuso mayor obstáculo para beneficiar a una de las partes. La suya, claro.
Fue entonces cuando regurgitaron las ideas que habían calado hondo, reclamaron la atención de su mente en vista del autoengaño a punto de sufrir, un año más. Se apiñó la verdad en sus sienes luchando por hacerse notar, por trasladarse tras las córneas que habrían de verla aun en la oscuridad que insiste en teñir la mente. Echaron a volar los buenos propósitos, negándose a verse cumplidos en mitad de una sospechosa opacidad que venía cubriendo su actitud desde hacía tiempo. Lloró.


Lloró por las palabras que nunca diría, los ojos que ya no extrañaría, el camino que jamás recorrería de nuevo y el odio y el amor que no podría volver a profesar. Lloró porque moría, su alma lo hacía, y con ella su voluntad. Había querido guarecerse demasiado largo en una guarida inexistente, pues los sentimientos siempre son avistados en un mundo donde las perspectivas son difusas, donde lo particular genera curiosidad y el secreto se paga. Era el resultado de tensar demasiado la cuerda y haber resbalado de ella en un vano intento por desafiar al vacío. Son el vacío, ese aire suspendido, esa vertiginosa caída los que nos reclaman y tentan nuestra presencia a ras del suelo. Las nubes no sostienen, son ilusiones, dicen. ¿Y de qué vive el hombre sino de ensoñaciones? ¿Y qué no son las ensoñaciones, sino ilusión?


Rasgó el papel, impoluto, señal de que no importaba cuanto hubiera hecho, evidencia de que la arena del tiempo todo lo oculta. Llegaba la noche, y lo único de lo que era consciente era de que volvería a casa en Año Nuevo. Por ahora, dónde estaría ese hogar y en qué Año Nuevo sería eran lo de menos. Regresaría.


Por ahora...carpe diem.


Pd. Feliz dos mil x. Que valga para todos los años que quedan por venir. Derroche de buenos deseos, pero nada de propósitos. En ocasiones, es necesario dejarse arrastrar por la corriente.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Mudanza, revestimiento, llámalo equis

28 de diciembre de 2011




You lost control and you lost your tongue





Podría mudarme de hogar, de corazón, de ciudad, pero de ideas... Me son tan inherentes que no concibo una existencia sin ellas.
La llama del fuego de distintas casas puede desprender el mismo calor e inundar la estancia con el mismo candor pero, ¿pueden unos principios fortalecer tanto como otros? Las caricias de cada amor llenan de un modo único...pero a desamar también se aprende, concibiendo así el nuevo querer como el verdadero; sin embargo, ¿pueden las reflexiones discurridas en toda una vida verse alteradas sin más y resultar tan incuestionables? No lo creo.


Pienso a menudo en el momento en que la conciencia se activó, como un interruptor pulsado para facilitar el movimiento y, así, la vida. Imagino también un manual de instrucciones ininteligible, pero ilustrado, en el que la única enseñanza válida es “Observa y concluye”. Y así lo hice, así lo hicimos todos. O eso intentamos.

Uno no aprende a volar hasta que le lanzan al vacío y no le queda más remedio, y por “le” hablo de los demás y del propio subconsciente. Ni el magnetismo del centro de la Tierra ni la gravedad del planeta pueden inducir a un ser humano a actuar de un determinado modo si su interior le dicta lo contrario. Creo y espero que la razón gane al corazón, y lo agradezco. El corazón es vulnerable, influenciable, demasiado blando para un entorno tan afilado donde las emociones cortan y los ojos sangran agua, la oscuridad envuelve la transparencia y el bien no siempre vence. Mas la razón...todo lo puede. Es inmortal gracias a su alianza con el sentir y la inquietud, por siempre en contra del engaño. No en todo momento ilumina, es una estrella fugaz, pero, cuando lo hace, cada intención se torna alcanzable y los sueños se antojan cercanos aun ideándose a plena luz del día.


Cuentan que el hombre vendió su lógica al verse descendido del paraíso a una tierra hostil, para así afrontar el peligro de las relaciones humanas con la paradójica seguridad en sí mismo que aporta la ignorancia. Partió con el velo de la inconsciencia tapándole la mirada y el instinto por bandera. Ojos que no ven, corazón que no siente. Sin embargo, el timbre de la realidad nunca cesó de sonar y reclamar la atención de un motor al que se le exige demasiado y se le entrega demasiado poco. Y sí, hablo del corazón, de esa pequeña bomba que nos autoriza a vivir y amar sin reservas y que nos encadena como venganza por desterrar a la coherencia. Nuestras lágrimas, furia e impotencia son su particular manera de recordarnos a diario que hicimos un pacto con el diablo al vender nuestra alma por el sentimiento, anhela que nos aferremos a la razón para evitar el sufrimiento. Pese a todo, seguimos venerándolo. Huimos de la ciencia, de los principios esclarecidos, de las verdades universales. ¿Por qué? Porque no hay mayor gozo que sentir el amor correspondido, y no tanto la razón otorgada. Porque la curiosidad mató al gato, pero solo en la primera de sus siete vidas. Todo se ve mejor desde las alturas del tejado al que el amor te eleva y, cuando la neblina originada por tal sentimiento desaparece, lo real no parece tan complicado.


Parece que mis ideas no me son tan inherentes como creía. Ahora, creo que el corazón gana a la razón. Lo agradezco. Veremos mañana.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Mecánica

25 de diciembre de 2011


The record stands somehow

Thinking of winter







“De cuando la existencia es, simplemente, el llamar a un timbre y huir sin hacer oír tu voz, sin dejar constancia de que has estado ahí, sin preguntar por aquello que habías estado buscando, sin abrir la puerta que te condujera a reencontrarte con quien te quiso y no ver, así, que habría sucedido más allá”.

La escarcha que cubría los adoquines la hacía caminar con un paso más pausado de lo deseable, pero su mirada no reflejaba vacilación alguna. Sumergió la mano en su bolsillo derecho e intentó asir la llave del portal, oculta bajo el forro del abrigo tras haber caído por un agujero que, hace varios días, se prometió enmendar. Sin embargo, no encajaba en la cerradura, el metal se resistía a desbloquear el mecanismo para acceder a aquel hogar, tan cercano y frío al mismo tiempo.


El ruido sordo resultante al chocar contra un hueco que no aceptaba su forma descerrajó el candado que apresaba los recuerdos de unos inviernos bañados por la compañía y el jolgorio, pero también amordazados por la discusión, incentivada por dosis de alcohol sobrepasadas. Vio un cielo apagado de estrellas, árboles mustios sin adornos navideños, ángeles sin voz ni alas y nieve que quemaba antes siquiera de teñir el paisaje de un blanco puro. Recordó su sonrisa pronto transformada en muecas de aprehensión e ira por no hallar la respuesta esperada en los labios de su amor, los golpes al vacío, las puertas cerradas y aquel dolor helado en mitad del alba. Recuperó, por último, su abrazo, sus ojos adivinadores de sueños reales en el corazón pero, al fin, inmateriales, su amor exagerado por un momento esfumado y su intención, nunca escrita a fuego lento, volada con el paso del tiempo.

El ser humano se aferra a lo efímero, a lo brillante, a lo perceptible por pocos, a la ilusión. Alzaría las estrellas fugaces como insignia de nuestra especie. Se aparecen tan lejanas, tan fácilmente adueñables y portadoras del deseo, único para cada uno e infinito en verdad… La pesada carga que portan se antoja ligera ante los ojos de un mundo que confía su destino en ellas cada vez que bajan la guardia y surcan los cielos en la noche. ¿Por qué no confiar en lo palpable, en lo permanente, en lo asible? Sencillamente, porque no existe.

El tiempo todo lo puede, todo lo cambia, todo lo desenmascara y nuestro subconsciente, compuesto por las finas arenas de ese tiempo, lo conoce a la perfección.
Nuestros impulsos nos guían hacia la eternidad y el camino son los sueños, congelados y moldeados al fuego de nuestro crecimiento. No es que las llaves no encajen, no es que las cerraduras se alteren. Nuestros propósitos crecen con nosotros y no siempre al mismo tiempo, no siempre siguiendo las estaciones, no siempre linealmente. Se anticipan a nuestra conciencia y nos sorprenden al querer abrir una puerta que ya hace tiempo cerramos o que quizá jamás llegamos a traspasar.


Que una llave no abra ahora una puerta no significa que nunca lo hiciera.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Son suspiros contenidos, huyen de la velocidad

16 de junio de 2011


Sono persone, frasi, giorni, mesi e storie

Sono pensieri come quando fuori piove




Por las nubes que se deslizan al compás del tic tac del viento, por la sal que esconde la dulzura del mar, por el brillante color amarillo encaprichado de la mala suerte, por un semáforo intermitente que te hace dudar de si frenar o acelerar la marcha, por la tinta emborronada de la pluma recién estrenada, por lo opaco y engañoso de los sentimientos incipientes, por la valentía inconsciente de la inseguridad, por el agujero del paraguas que te permite sentir la lluvia que empapa supuestamente todo...menos a ti.

jueves, 15 de diciembre de 2011

In memoriam

15 de diciembre de 2011

Oh love, it's hard to hide it
True love, it's hard to find it




Recuerdo surcos, grietas a lo largo de un rostro amable, cartografiado, que mostraba lo vivido y lo sufrido en cada facción, como un mapa de su existencia.

Recuerdo sus dedos, un poco entumecidos, con las yemas desgastadas del trabajo, de las caricias y del frío del cristal de una copa semanal con tres hielos. Ni uno más, ni uno menos.

Recuerdo unas pestañas clareadas, no canas, pero casi, que velaban por preservar el fulgor de su iris, como quien protege la llama de una vela de las corrientes de aire de una casa ya anciana.

Recuerdo lunares, infinitos, herencia del sol y la genética, declarados patrimonios de su unicidad y del resto de su estirpe.

Recuerdo amor en el silencio, en la observación, en el reproche y sus guiños ocultos.

Somos polen. Semillas desplazadas a lo largo de la Tierra con el impulso del viento y de la vida. El cariño nos riega y el sufrimiento nos endereza. Se alimentarán de nosotros y arrebataremos el sustento a otros. Treparemos por paredes ajenas. Serviremos de adorno al florecer, de regalo en declaraciones de amor. Nos antojaremos signo de abandono en un jarrón resquebrajado y honraremos a los que se fueron, pues seremos posados sobre la madera, perfectamente lijada y abrillantada, de sus plataformas a una mejor vida.

Ante todo, somos recuerdo, alusión, la sensación de un telón corrido demasiado pronto, de un helado derretido antes de lo deseado.

Somos dejà vus de nuestros antepasados que deben seguir dando cuerda a la caja de música que ambientará el escenario de un mundo que no deja de girar. The show must go on.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Y limitar la infinidad

26 de noviembre de 2011



I've swung from chandeliers and climbed Everest
And none of it's got me close to this
It's time




¿Qué se escucha? Nada. Hay demasiado ruido en este mundo para que cada uno sea capaz de escuchar sus propias ideas y, cuando se consigue, se antojan innovadoras, reveladoras, cargadas de ingenio y derrochadoras de sabiduría aún no demostrada pese a cargar este planeta con miles de años sobre sus espaldas.

No somos tan distintos, y el ansia por controlar el tiempo es, sin duda, uno de los principales puntos a conseguir en la lista de deseos y sueños por cumplir, tal es la poca avaricia del ser humano...¿o debería decir “tal es la estupidez”?
¿Para qué elaborar calendarios y sentir así la necesidad de clasificar los momentos en segundos de alivio y períodos de tensión? ¿Para qué contar los días que quedan y no los que han volado sin apenas haberlos retenido un instante entre los dedos? ¿Para qué hablar de días grises, oscuros, en los que la fatalidad se convierte en compañera inseparable del espíritu, y no buscar conocer los días blancos, jornadas que irradien luminosidad y paz, en los que los libros -otro invento compresor del tiempo- nos muestren de una vez por todas una página impoluta en la que plasmar nuestros movimientos sin el peso del pasado.

El ser humano se autocondena al desasosiego tachando, de una manera aparentemente inconsciente, las horas que quedan para que los signos de la edad tiñan de blanco los capilares del cuerpo, principal continente de un alma siempre joven. Parecen empeñados en negar y censurar que el espíritu no entienda de fatigas ni de decepciones, que sea regenerador en su esencia. Se colocan dos tableros de madera a ambos lados de la cabeza para observar un único horizonte, horizonte que cada vez abrasa con más incandescencia la propia mirada a pesar de la lejanía con la que el sol hace su aparición. Lo inalcanzable puede dar pánico, pero no por ello se debe dejar de perseguir. Existen las vistas panorámicas para apreciar una realidad infinitamente rica.


Precisamente, esa infinidad se vende a precio de oro para, después, enfrascarla en cualquier diminuto recipiente que impida, incluso al mismo dueño, su disfrute. Si se dijo que el hombre era un lobo para el hombre no fue en vano, pues nadie nos ha puesto límites salvo nosotros mismos, nadie se empeñó en llamar a la luz día y a la oscuridad noche salvo la humanidad, todos buscaron dejar patente el transcurso de la historia en un afán por no perderla en las profundidades de la memoria, a la que también se puso, de paso, fronteras.


El problema radica en que se quiere refrenar también a aquellos que buscan deshacerse de los límites temporales, seres que añoran vagar libres por la faz de la Tierra con la única preocupación de que existe un fin. Fin del que nunca se sabrá la hora.


Admiro ese tipo de inconsciencia; en ocasiones, solo se puede ser plenamente feliz en la ignorancia. Aun así, no debemos renegar de toda fuente de conocimiento para permanecer en ese estado de felicidad inconsciente, siempre nos quedará la esperanza de que nunca se sabe suficiente. El saber se me antoja la única materia que se ha resistido a la imposición de unos límites, no dejemos que pierda esa batalla.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Highlight that flaw

8 de octubre de 2011

"Conozco los buenos caballos por el pelo y a los jóvenes enamorados por los ojos. El mundo es tuyo. El porvenir se abre ante ti..." - Tolstói




Yo conocí las lágrimas secas, aquellas que manaban de oasis frutos de espejismos no provocados por el asfixiante calor, sino por la asfixiante culpabilidad. No hay pañuelos que consigan borrar el trazo húmedo que dibujan sobre tus pómulos para perderse en las comisuras de tus labios, donde todo comenzó, donde el odio se materializó, donde la mala fe estableció su morada, donde una sonrisa forzada intentó borrar de un plumazo el daño causado.

Pero también conocí las segundas oportunidades, la sensación de volver a la superficie tras un rato demasiado largo en la frías aguas del océano, el tiritar, la piel de gallina por el contacto instantáneo con la realidad que el viento peina y desenreda, como tú solías hacer con las dudas que poblaban mi mente, qué facilidad para disponerlas en finos lazos alineados de una forma bella.

La sencillez es el objetivo, el tomar impulso, saltar y no caer nunca, nuestro tiempo es infinito y nuestras ganas insaciables. Entrelaza tus dedos con mis sueños, inspira mi aliento y expira la fatiga, no entendemos de imposibles, tan solo de un montón de dispersos quizás, y me gusta lo limitado de nuestra filosofía, es lo que la convierte en inimitable...y en nuestra.

Por una vez, alzaré la voz en nombre del egoísmo. Al fin y al cabo, el mundo somos nosotros.

viernes, 11 de noviembre de 2011

110"

11 de noviembre de 2011




It's a spark in a sea of grey



The sky is blue, dream that lie til it's true






Aferrarse a lo inexistente forma parte de nuestra naturaleza, así como sentirnos ausentes y vacíos de toda sensación sin conocer el motivo de nuestra angustia. Resulta frustrante e incluso desalentadora la facilidad con la que nos perdemos en un maremágnum insustancial, como quien se ahoga en un torbellino sin haber inspirado nunca la fragancia del mar.



Nuestras ideas hace siglos que tomaron la delantera a nuestros sentidos, algún experto relojero les dio cuerda cuando aún no se habían trazado los primeros esbozos del recipiente que las contuviera. Y nuestras manos no son capaces de retenerlas antes de que salten al vacío, antes de que choquen con violencia contra el techo de una diminuta buhardilla en la que la gravedad no tiene razón de ser y la luz se esconde tras los cristales.



Una desmesurada mesita de noche inundaba la estancia con su presencia y elevaba un candelero desierto de cera, aceite y llama para evitar invocar a la vista, celadora oficial de la cárcel que nombra reos a los sueños. Un cuerpo inmóvil de aliento casi imperceptible yacía en el suelo y su palpitar estremecía la sala por la intensa carga que soportaba. Resguardaba entre sus dedos una blanca pluma de una almohada que ya no protegía el reino de Morfeo y la observaba con ansia, como intentando buscar consuelo en lo que antaño significaba.



No aguantó más. Se irguió aferrándose a la mesa, que cayó al suelo. Se tambaleó con sus propios miembros como si no conociera otra realidad que la de deslizarse entre los cielos. Lanzó la pluma al aire a la espera de que el vaivén que describía mientras caía se convirtiera en la llave de acceso al sueño eterno...



Pero nunca fue así. Abrió la puerta de la habitación y de su resentido corazón, buscó consuelo en lo que su imaginación nunca podría darle: calor.



Somos seres extraños. Querríamos controlar cada fibra del tiempo y sus momentos y que, a la vez, nos protejan de su paso. Son las aparentes paradojas del ser humano las que nos mueven a encontrarnos en las yemas de los dedos y el brillo en los ojos de otras estatuas de carne y hueso que saben reaccionar en el instante preciso para reconfortarnos y devolvernos a nosotros mismos. Una de las máximas de esta vida es comprender la delgada línea que separa lo aparentemente imberbe de lo anhelado, que luego suele resultar innecesario.



Busquemos refugio en Morfeo en la noche, cuando la conciencia y el pensamiento reclaman descanso, para reemprender la marcha a partir del siguiente amanecer, con el calor de los primeros y más entrañables rayos de sol.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Antifaz sobre cristal

6 de noviembre de 2011




I follow the road to go to heaven and, believe me, I’m not pretending to be free



If I hold my breath to see what happens...it’s the only way for me to let you feel









Llueve, y las gotas arrastran pecados y sueños río abajo mientras se precipitan al vacío una tras otra como en un salto de trampolín. ¿Valoración? Magnífica, de diez. El frío se niega a llamar a la puerta pero acecha tras los párpados de un otoño que se niega a despertar del todo. Se halla preso de la telaraña de la imaginación, se resguarda de la complicada y ventosa realidad que parece dispuesta a revolverlo todo con tan solo mirarla.

En ese aparentemente placentero sopor, el otoño añora sentir. Los sueños no son más que una coraza, una armadura frente a las adversidades a las que uno se enfrenta al vivir. De hecho, es ahí donde reside el encanto de la vida: en lo difícil, en ser descifrador de verdades que ocultan intenciones truculentas, en escuchar la calma del mar en medio de una tormenta, en atrapar un guiño al vuelo para rememorarlo en un momento de necesidad y encontrarlo, de veras, confortable.

El hombre buscará declarar patrimonio hasta el final de los tiempos. Poseer, conservar, retener en sus ávidas manos tanto lo perenne del mundo que le rodea como lo cambiante. Querrá dominar las estaciones, apagar el sol para causar incertidumbre.
La oscuridad siempre infundió temor.

Fue entonces cuando el egoísmo regaló un antifaz a las pupilas de cristal del ser humano para asegurarse de su completa ceguera y pagarle, así, con su misma moneda. Le arrebató la oportunidad de descubrir la felicidad de un simple vistazo y le ató las manos y le amordazó la boca para que cayera en la tierra que tanto se empeñó en conquistar, para que el penetrante olor del suelo vociferara en su mente y le recriminara su estupidez. No hay peor castigo que la evidencia de lo inútil.


Maldiciéndose por su insensata conducta, por su afán por dejar de lado lo emocional y verse dueño del mundo, por abandonar la esperanza, guía y luz de las almas buenas, para rendirse ante lo seductor de lo palpable…el hombre se tendió, inmóvil, sobre la grava. Y comenzó a llover intensamente. Y las gotas de lluvia apartaron el pelo de su frente y convirtieron en mullido su lecho, sus manos sintieron frescor y su lengua se apresuró a saciar su sed. Sus recuerdos echaron alas, impulsados por la fuerza de la lluvia, y percibieron la realidad a través del antifaz y de sus pupilas de cristal. Comprendió que había llegado el otoño, que tocaba deshacerse de lo viejo y de lo que creyó perenne cuando, en realidad, solo se trataba de la fachada que cubría la fragilidad de su interior.

Resulta horriblemente conmovedor el poder convencer a una persona de lo correcto o fatal de sus actos y reconducirla por un sendero.
Resultaría más entrañable aún que esa persona retrocediera sobre sus propios pasos movida por un fugaz arrebato de buena conciencia.

La mano del hombre no puede controlarlo todo.
Las estaciones cambian cuando el tiempo lo estima oportuno.

lunes, 31 de octubre de 2011

A pulse. Your pulse.

7 de septiembre de 2011


I break, you don't

...

I was always set to self-destruct though





Los hay que no permiten ni a la razón ni al corazón que se adueñen de sus actos, personas con escrúpulos, de entrañas pensantes que vociferan órdenes desde lo más profundo de su ser. Gente que atraganta con su semblante seguro y decisivo, que no busca más que satisfacer los deseos de esa voz extraña.



Los hay ciegos, puro corazón, humanos poseedores de manos y oídos pintores, soñadores que surcan los cielos en busca de extinguir fuegos encendedores de dolor. No piensan que quizá todo ese daño sea necesario para que la felicidad, caprichosa veleta, llegue a buen puerto.
Luego están ellos, rígidos soldados que marchan en fila con los brazos por delante para apartar obstáculos, minas letales para el sentimentalismo y la ilusión. Planean, delinean cada movimiento con precisión, temen elevarse, dejar de sentir el frío suelo.



Y, por último, hay gente como tú, gente como yo. Amantes del desafío, cócteles molotov que combinan riesgo y sensatez con una chispa de ingenio. Arqueólogos que prefieren excavar en lugares de poca profundidad. Tú y yo no queremos que las reliquias más preciadas hagan acelerar demasiados pulsos, bombear demasiados corazones. Tú y yo buscamos la perfección en la imperfección, en lo inacabado, en lo escondido. Que alguien paladee la miel y se conforme con escasas gotas.



Sabes que no queremos soñar, que nos basta con observar, con escribir y emborronar para escribir de nuevo, corregir así nuestros pasos, quizá desviarnos y dar las gracias a los deslices que nos hicieron manchar la blanca trayectoria que nuestro alma podría llegar a seguir. Nuestra esencia son tales deslices. Te permitiré por ello un solo error, ni uno más. Te permito confesarme que no eres perfecto, te daré carta blanca para, entonces, acertar equivocándote. Admiraré tu semblante decidido y temeroso bajo la luz de la luna, siempre te gustó caminar de noche.



No me llames cuando te encuentres a los hombres que hicieron de tripas razón y corazón, ni cuando atisbes las sombras de los soñadores que persiguen estrellas fugaces, ni siquiera cuando pretenda enderezar tu camino el ejército de lo correcto.


Tan solo vuélvete y grita mi nombre cuando recorras cuerdamente el sendero de la locura.

jueves, 27 de octubre de 2011

There's a ghost in the room.

16 de marzo de 2011


Well, you've got nothing to lose except from me and you
And I love that attitude






Las personas tendemos a observar, nos gusta escapar de nuestra realidad y dedicarnos a especular acerca de la de otros. Si algo nos dificulta la visión, no tenemos reparo alguno en manchar las mangas de nuestras chaquetas para hacer desaparecer lo que sea que empañe el cristal, al fin y al cabo, se lavará y limpiará, y todo lo que percibamos en ese instante puede ser clave, puede hacer que nos regocijemos al ver sufrir al otro. Tan cruel es el alma humana.


Mientras me reclino en el asiento, pienso y persigo con mi mirada la de los transeúntes; ellos la evitan, suele ocurrir cuando alguien centra su vista en ti desde un lugar superior. Intimida.

Suspiro, ¿por qué hacemos todo esto, quién nos ha inculcado todos estos prejuicios? Nunca creí demasiado en la humanidad, demasiadas decepciones nos ha dado ya a lo largo de la historia, pero siempre me decanté por las almas, errantes o bulliciosas, me es indiferente. Todas ellas son tan particulares, tan sorprendentes para bien y para mal...


Si quisiéramos podríamos ser almas, ¿lo sabías? Pasar desapercibidas pero hacernos notar en cada breve movimiento, hacer que la gente se pregunte por nuestra naturaleza, encontrarnos envueltas en un halo de misterio que solo tú y yo seríamos capaces de comprender. Tentador, demasiado para ser cierto, eso es justo lo que estás pensando.


Aún así, prefiero ser humana. Al fin y al cabo, las almas no son capaces de besar mientras que nosotros sí, ellas tan solo ocupan un lugar en teoría vacío y abrazan nuestros miembros para guiar nuestros pasos. Los besos, sin embargo, confunden, te llevan por caminos equivocados, son traicioneros o de verdad consiguen que algo quede dentro, en un lugar no necesariamente vacío pero que necesita estar lleno. Ellos traspasan barreras, ¿sabías?, pero las almas finalmente resultan corpóreas, su quimera perdura en el tiempo desde que el mundo tiene memoria y nadie se ha atrevido a rebatir los límites que también tienen.


Quiero tener límites no porque sea mi naturaleza ni porque alguien me los marque, sino para que puedan traspasarlos los besos.Y, ¿por qué no?, verlo todo a través de una mirilla en una ventana de vaho. Las miradas acechan, pero siempre se puede escoger ser cazador o presa.

martes, 25 de octubre de 2011

Tono naranja melotocón


25 de octubre de 2011


I've come to know that memories were the best things you ever had


We grow, grow, steady as the morning


We grow, grow, old as steel

We grow, grow, happy as a new dawn








Las personas se tornarán naranjas tarde o temprano, los vientos elevarán las almas y enterrarán el resto, de nada sirve un cuerpo manchado, cargado, ya obsoleto.


Muchas veces me pregunto el porqué de la vida humana, mero tránsito para aquellos que buscan la eternidad, carencia de significado para las mentes que pregonan autosuficiencia. La curiosidad es lo que nos mueve y parece no tener fin, hasta que establecemos un orden aparentemente lógico de las cosas para tranquilizarnos. Si algo nos caracteriza es el don de crear espejismos, un mando de control remoto de la realidad particular. El contar el tiempo, establecer cuatro o dos estaciones, diferenciar los años, marcar etapas...refleja el ansia por encapsular la carrera de la vida entre dos cristales de un reloj de arena. De esos cuya arena parece infinita, pero cuyo tiempo transcurre irremediablemente.


Las prisas que envuelven nuestro ritmo de vida son una paradoja. No buscamos llegar antes al final, ni tampoco llegar después: reclamamos experiencia y rechazamos crecer, aborrecemos las arrugas para ensalzar las cicatrices y anhelamos la oscuridad, siempre y cuando podamos aferrarnos a un haz de luz que nos devuelva a la claridad del día. Bendita contradicción.


Llegará el día en que dejemos de asirnos a las ramas de los árboles y se acabe el verlo todo desde las alturas, nuestro color verde irá desvaneciéndose, tostándose por el calor del sol, y, en un último intento por capturar sus rayos,...nos volveremos naranjas. Y caeremos, nos posaremos sobre el frío suelo, no existirán los horizontes y los elementos nos harán desaparecer.
Nunca olvidemos que nuestra presencia, aun sin ser física, permanecerá aquí. Las estaciones podrán seguir sucediéndose, pero la realidad de nuestra existencia será constatable. De no ser así, no habríamos inventado el término “siempre”. Rindámosle homenaje.

lunes, 24 de octubre de 2011

Delicate and old

"Esto es solo el comienzo, un comienzo que lleva casi dos años de retraso, o que ha necesitado de dos años de "valentía" para llegar a ver la luz. Es necesario lanzarse al vacío, solo puedes caer cuando has probado tus alas, y ha llegado el momento de que yo las deje volar rescatando textos y canciones, entremezcladas y cosidas con sensaciones. Todas ellas amontonadas en un cajón de sastre".

7 de febrero de 2010



Quiero un seguro contra mi subconsciente. Continuamente me encuentro quejándome por su estado defectuoso, su libre albedrío, su afán por jugar malas pasadas, su intención de dejarme en evidencia y, lo más importante, sus logros en todos los aspectos en los que ansío verle fracasar.




We might kiss when we are alone, when nobody's watching...we might take it home

We might make out when nobody's there, it's not that we're scared...it's just that it's delicate


So why do you fill my sorrow with the words you've borrowed from the only place you've know? And why do you sing hallelujah, if it means nothing to you? Why do you sing with me at all?


We might live like never before, when there's nothing to give, well... how can we ask for more?


We might make love in some sacred place, the look on your face is delicate.


So why do you fill my sorrow with the words you've borrowed from the only place you've know? And why do you sing hallelujah, if it means nothing to you? Why do you sing with me at all? So why do you fill my sorrow with the words you've borrowed from the only place you've know? And why do you sing hallelujah, if it means nothing to you?


Why do you sing with me at all?