viernes, 11 de noviembre de 2011

110"

11 de noviembre de 2011




It's a spark in a sea of grey



The sky is blue, dream that lie til it's true






Aferrarse a lo inexistente forma parte de nuestra naturaleza, así como sentirnos ausentes y vacíos de toda sensación sin conocer el motivo de nuestra angustia. Resulta frustrante e incluso desalentadora la facilidad con la que nos perdemos en un maremágnum insustancial, como quien se ahoga en un torbellino sin haber inspirado nunca la fragancia del mar.



Nuestras ideas hace siglos que tomaron la delantera a nuestros sentidos, algún experto relojero les dio cuerda cuando aún no se habían trazado los primeros esbozos del recipiente que las contuviera. Y nuestras manos no son capaces de retenerlas antes de que salten al vacío, antes de que choquen con violencia contra el techo de una diminuta buhardilla en la que la gravedad no tiene razón de ser y la luz se esconde tras los cristales.



Una desmesurada mesita de noche inundaba la estancia con su presencia y elevaba un candelero desierto de cera, aceite y llama para evitar invocar a la vista, celadora oficial de la cárcel que nombra reos a los sueños. Un cuerpo inmóvil de aliento casi imperceptible yacía en el suelo y su palpitar estremecía la sala por la intensa carga que soportaba. Resguardaba entre sus dedos una blanca pluma de una almohada que ya no protegía el reino de Morfeo y la observaba con ansia, como intentando buscar consuelo en lo que antaño significaba.



No aguantó más. Se irguió aferrándose a la mesa, que cayó al suelo. Se tambaleó con sus propios miembros como si no conociera otra realidad que la de deslizarse entre los cielos. Lanzó la pluma al aire a la espera de que el vaivén que describía mientras caía se convirtiera en la llave de acceso al sueño eterno...



Pero nunca fue así. Abrió la puerta de la habitación y de su resentido corazón, buscó consuelo en lo que su imaginación nunca podría darle: calor.



Somos seres extraños. Querríamos controlar cada fibra del tiempo y sus momentos y que, a la vez, nos protejan de su paso. Son las aparentes paradojas del ser humano las que nos mueven a encontrarnos en las yemas de los dedos y el brillo en los ojos de otras estatuas de carne y hueso que saben reaccionar en el instante preciso para reconfortarnos y devolvernos a nosotros mismos. Una de las máximas de esta vida es comprender la delgada línea que separa lo aparentemente imberbe de lo anhelado, que luego suele resultar innecesario.



Busquemos refugio en Morfeo en la noche, cuando la conciencia y el pensamiento reclaman descanso, para reemprender la marcha a partir del siguiente amanecer, con el calor de los primeros y más entrañables rayos de sol.

1 comentario:

  1. Seguro que tu sueño es ser corresponsal? Porque oh my G**
    No entiendo la mitad pero es precioso!!!

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