martes, 26 de junio de 2012

Captura de un instante

22 de junio de 2012

You can start again
If you'd only hold on


Y entonces, te asomas desde el faro, sin importar el vértigo. Solo hay oscuridad sosteniendo tu alma y son las estrellas las que iluminan el acantilado, ni siquiera las hogueras reclaman tu mirada. El romper del mar gime, melancólico. Se le da bien secuestrar la memoria de todos aquellos que acuden a olvidar a su orilla. La única diferencia en este punto de la historia es que no todos se acercan al océano para ello.

Él. Quería comenzar a fabricar recuerdos en lugar de verse movido por los sueños que las olas se empeñan en mantener a flote. Admiré su valor. Inhalé la sal del ambiente. Percibí la humedad, que hacía tiempo había dejado de calar en mis huesos. El fuego moría en la arena, pero sus cenizas se elevaban, desafiaban a su destino, consumirse no entraba en sus planes. Tampoco en el suyo. Tampoco en el mío.

La humareda se elevó hacia la atmósfera, danzando con los astros, formando claros y sombras. Continué mirando desde lo alto de aquel faro. Deseé. Esperé que el horizonte que desde allí atisbaba fuera, de verdad, infinito.

martes, 5 de junio de 2012

Ciudad de humo

4 de junio de 2012 
 
Between the drinks and subtle things,
the holes in my apologies


El pasear atrapa, abrocha los cordones de una memoria cazadora que ansía congelar la vida.
Los adoquines resuenan, repiquetean, pretenden así responder a tus intenciones para que te adueñes del instante.

Las notas de un saxo tendieron un puente a una vieja librería. Las páginas que poblaban sus estanterías empolvaban las yemas de tus dedos, borrando cualquier huella que no fuera tinta. Buscaban tatuar las palabras que nunca pronunciarías, su hogar siempre serían tus entrañas.

La neblina del río apelmazaba tu pelo mientras vivificaba tus pulmones. No sería capaz de contar el oxígeno que llegaste a encarcelar en ellos, queriendo hacer tuyo un pedazo del barrio latino. “Nada como el aire para cortejar al alma”, decías.

Ya habías cerrado el libro y andado las dos orillas, al fin adaptaste tus labios para besar mejor las palabras. Lograste arrebatarle al agua su reflejo y así quedó grabado en tu recuerdo. Un mundo al revés, donde un cielo palpable puede ser pisado y la gravilla no es refugio para lo real.

Las nubes ahora observan con recelo, envidian a tu pensamiento. Él les ha arrebatado su puesto.